miércoles, 2 de diciembre de 2015

Perder el tiempo.

Esta mañana me he pasado varias horas en hacer cosas necesarias para llevar a cabo una serie de inscripciones que al final se han visto frustradas, básicamente porque en la Administración de nuestro país, sea del tipo que sea, siempre hay una excusa para que el contribuyente pague, incluso cuando no debería.

Esto me ha hecho reflexionar sobre la ingente cantidad de tiempo de nuestra vida que desperdiciamos en este tipo de tareas o deberes que muchas veces son infructuosos a la par que inútiles.

Y voy a intentar ponerme una nueva meta al respecto. Se acabaron todas estas tonterías de perder tiempo para nada, en tareas superfluas, y que casi siempre producen frustración. Mejor concentrarse en una cosa o dos, que en veinte, porque como ya dice el famoso dicho: "quien mucho abarca, poco aprieta".

De otra parte, habría que analizar la inutilidad malintencionada de nuestra "eficaz" Administración pública, cuyo principal fin, además de las multas, y sacarnos el máximo posible de dinero, es provocar estas pérdidas de tiempo para socavar el ánimo de la gente a efectuar trámites o tener iniciativa en otros ámbitos. Un aplauso para nuestro ejemplar sistema.

Otro posible ejemplo, sería la tensión que ocurre cuando uno está al volante de un coche. ¿Merece la pena perder el tiempo y coger nervios? No. Pero tal y como está todo planteado es muy difícil o imposible no hacerlo. En eso si me he dado cuenta de lo beneficioso que es ir a pie y andar.

Al final todo es una lucha entre el reloj, estas obligaciones y uno mismo por hacerlo lo mejor posible, sin malgastar nuestro tiempo en tonterías. Francamente una tarea muy difícil...

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