domingo, 29 de julio de 2012

I want it all.

Nunca he entendido la mentalidad conformista. Es inaceptable para avanzar en la vida, para seguir progresando. La sociedad actual, es la viva imagen del conformismo. Observando detenidamente el panorama que nos rodea, comparándolo con otros períodos históricos, salta a la vista la falta de reacción generalizada. Asumimos lo que nos echen, y como mucho, solamente respondemos "a medio gas", nos resignamos, y vuelta seguir tragando.

Uno debe ser consciente de sus límites, pero también de que aceptar que en ellos se acaba nuestro margen de mejora, es absurdo. No tener instinto de superación, de mentalidad ganadora, pese a que no siempre se pueda ganar, es lo peor que podemos hacer.

Al final, cuando pasen los años y echemos la vista atrás, valoraremos si realmente, hemos aprovechado el tiempo, de si hemos peleado por conseguir cumplir nuestros sueños, y aunque no los hayas conseguido, al menos te quedará esa sensación de tranquilidad, de sosiego, de haber hecho todo lo posible.

Soy una persona muy exigente, tanto conmigo mismo, como con los demás, en especial lo primero. Y pese a que hay días en los que pienso que debo resignarme a lo que toca, a abandonar mis metas más ambiciosas para aceptar lo primero que vea, miro a mi alrededor, y airadamente pienso en que no; que yo no seré como la mayoría.

Hoy lo tengo más claro que nunca: conformarse es de mediocres. Y no me refiero en absoluto a que conformarse es análogo a buscar una vida sencilla, ni mucho menos. Quiero las felicdad en la sencillez. Quiero sentir la plenitud de haberme ganado cada una de las cosas que tengo. Quiero a una mujer a mi lado que me llene de orgullo, una persona a la que amar, que comparta mis sueños, y yo los suyos. Quiero un trabajo que me llene plenamente y con el que disfrute. Quiero llegar a viejo habiendo vivido la vida en su máxima intensidad.

En definitiva, son muchas cosas...Pero lo quiero todo.

lunes, 16 de julio de 2012

Una puerta cerrada...¿Para siempre?

Ese sentimiento.

¿Qué fue de el? ¿A dónde se marchó? No lo sé. No quise saberlo. Ignoré, tapando cada rincón del corazón. Este, era frío, blindado y camuflado bajo una esfera de desconfianza y autosuficiencia. Sin embargo, en su interior, era todo fuego, pasión, amor, y si bien, alguna vez brillo, los acontecimientos empujaron a su cautividad.

¿Por qué? Pues porque nadie, o mejor dicho, casi nadie pudo estar cerca de abrir esa puerta, de despertar ese sentimiento. La cerradura suponía una prisión impenetrable tanto como para acceder como para salir. Nadie fue capaz de pasar sus exigentes pruebas, caprichosas, e ingratas, pero justas, pues superando cada una, se construía el puente de la confianza, necesario para llegar frente a la cerradura.

¿Podrá resugir? No se sabe. Es otro misterio más en esta vida. Hay cerraduras que nunca se abren, puertas que permanecen cerradas...Pero en el fondo, pienso que llegará el día en que aparezca ella, esa persona que empuñe la llave, y abra por fin esta puerta, de una vez.

lunes, 9 de julio de 2012

Más sencillo de lo que parece.

En estos calurosos días, donde nuestra mente está más relajada y despejada, es cuando más facilidad hay para ponerse a reflexionar.

La vida transcurre tranquilamente. Cumples con tus obligaciones, disfrutas del ocio, aprovechas los buenos momentos que te otorga el día. Te das cuenta de que todo es más sencillo de lo que parece.

De nada sirve pasarlo mal, coger nervios innecesarios; es mucho mejor tomárselo con calma, mantenerse frío en las situaciones difíciles, y templado ante los problemas que arrecian.

Y ahora que todo está tranquilo, solamente quiero disfrutar de todo lo que la vida me ofrece y ser feliz.

martes, 3 de julio de 2012

La Leyenda de Atlas.

Aunque en apariencia, de cara al exterior, algunas personas tengamos siempre el ánimo por las nubes y la motivación al máximo, a veces es más difícil de lo que parece.

Estamos solos. Nacemos, y morimos solos. Es un acto individual. No es ninguna visión pesimista ni ninguna reflexión con tintada de gris. Esta vez es la sencilla y aplastante verdad. Por mucho que nos empeñemos en que al ser humano lo guía la fraternidad y la amistad, sabemos que es lo que se dice para ser políticamente correctos. Bueno, pues basta de ser tan correctos. Es mejor ser honestos, y decir la verdad, aunque la verdad sea horrible, porque al final el daño siempre será el mismo o peor que al principio.

Y la verdad, es que no hay ni un sólo día de mi vida en el que no recuerde o me demuestren que estamos solos contra el mundo, y que muchos, no solamente moverán un dedo para ayudar, sino que tratarán de echar a tu espalda sus problemas o echarte arena a los ojos.

Lo que desgasta es eso mismo... La arena que termina en tus ojos, no es nada más y nada menos la que la presión, tus demonios, tus miedos.

Es la Leyenda de Atlas que vivimos todos cada día, aunque muchos no tengan lo que tienen que tener para admitir la realidad de su situación, aunque no es necesario, puesto que quien sabe ver debajo de la apariencia, siempre verá la verdad, siendo un acto de humildad no mintiéndose a uno mismo y a los demás, reconociendo lo que sientes. Es así: sostenemos una carga terriblemente pesada de responsabilidades ¿pero cómo nos quitamos la arenilla que van vertiendo sobre tus ojos las circunstancias y los demás, sin poder usar las manos? ¡Con maña! ¡No rindiéndote! ¡Nunca!