lunes, 16 de julio de 2012

Una puerta cerrada...¿Para siempre?

Ese sentimiento.

¿Qué fue de el? ¿A dónde se marchó? No lo sé. No quise saberlo. Ignoré, tapando cada rincón del corazón. Este, era frío, blindado y camuflado bajo una esfera de desconfianza y autosuficiencia. Sin embargo, en su interior, era todo fuego, pasión, amor, y si bien, alguna vez brillo, los acontecimientos empujaron a su cautividad.

¿Por qué? Pues porque nadie, o mejor dicho, casi nadie pudo estar cerca de abrir esa puerta, de despertar ese sentimiento. La cerradura suponía una prisión impenetrable tanto como para acceder como para salir. Nadie fue capaz de pasar sus exigentes pruebas, caprichosas, e ingratas, pero justas, pues superando cada una, se construía el puente de la confianza, necesario para llegar frente a la cerradura.

¿Podrá resugir? No se sabe. Es otro misterio más en esta vida. Hay cerraduras que nunca se abren, puertas que permanecen cerradas...Pero en el fondo, pienso que llegará el día en que aparezca ella, esa persona que empuñe la llave, y abra por fin esta puerta, de una vez.

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