miércoles, 16 de enero de 2013

¿Estabilidad? Puede ser.

Llega el final del día, y las sensaciones son tan positivas que no parece posible. Las cosas fluyen con mucha naturalidad en la vida cotidiana, sin ninguna crispación.

Es el resultado de la estabilidad. Una estabilidad que poco a poco ha ido asentándose en el día a día con mucho trabajo. Siempre he predicado con la idea de que debemos evitar por todos los medios colapsarse con situaciones inútiles que no aportan nada en absoluto.

Fue una de las principales metas que me he trazado para este 2013. Ahora mismo, no podría estar más a gusto. Parece que la luz va llegando con más intensidad cada día. Puede que acompañe la ilusión por seguir mejorando; por seguir buscando el camino correcto. He tenido mucha suerte en los últimos tiempos, no lo niego, y me gustaría mantenerme en este estado, que roza la euforia. Sé que llegarán momentos peores, pero no tengo ninguna duda de que todavía se puede mejorar mucho más.

¿Que enseñanza puedo extraer de esto? Que lo fundamental para la estabilidad personal, en primer lugar radica en estar en paz con uno mismo, estar orgulloso de los éxitos sin perder la humildad y las ganas de mejorar en cada momento, y en segundo lugar, asegurar nuestro entorno lo más posible: ser organizados, disciplinados y empáticos con los demás (siempre que sea posible, porque muchas veces no lo es)

En definitiva, es básicamente una cuestión de actitud que se inicia al levantarse de la cama y que no debería terminarse cuando vuelves a ella; de nosotros depende mantenernos en esta onda positiva que al final, se termina contagiando. Y a mi me ha contagiado de una persona muy especial. ¡Gracias Sarita!

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