jueves, 14 de febrero de 2013

Efímero.

El tiempo se precipita hacia delante de forma vertiginosa. Si antes no percibía con claridad el transcurso de los acontecimientos, ahora ya se da cuenta de lo absorto que ha estado, rodeado de nimiedades.

El tiempo se escabulle entre tus dedos, y cierta sensación de agobio se apodera de él cuando cree que ha desperdiciado lo mejor de su vida. Sus mejores años volatilizados en batallas inconclusas que parecen no terminar.

El tiempo se detiene. Tic-tac, tic-tac... Cae en la cuenta de que tal vez, no todo ha sido en vano. Tal vez, todo ese tiempo mal invertido sólo le lleva hacia la inexorable verdad que siempre supo pero nunca terminó aceptar.

Todo es efímero.

Un pensamiento fugaz y simple, pero pesado como una piedra. El mazazo le hace darse cuenta de que ahora más que nunca debe lanzarse a por todo lo que desea, sin más tapujos que los de su propia voluntad.

En lo efímero de la existencia y el tiempo, aprendió a vivir en el momento.

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