lunes, 25 de abril de 2011

Pacificador.

¿Para qué sirve la violencia? ¿Realmente tiene alguna utilidad el hacer daño a alguien por motivos tan insulsos como un simple empujón accidental?

Durante esta Semana Santa, he podido comprobar en primera persona hasta que punto alcanza la simpleza de mente de muchas personas, que afectadas por el contexto socio-económico y cultural que les ha tocado vivir, se han convertido en meros artefactos explosivos que poco tienen que perder si se ven envueltos en una reyerta por ejemplo, que no son capaces de tener una visión de futuro, ni consciencia de las consecuencias que puede tener una pelea, que bien pueden ser ir a la cárcel, matar a alguien o herirlo, o bien morir en la misma.

Reflexionando profundamente, he llegado a la conclusión de que son víctimas del sistema, producto de una sociedad enfocada a la aparición de individuos así (véase la entrada de este blog, "Proyecto Kinki") gente que, su felicidad se basa en las drogas, en el carpe diem del sobrevivir día a día, las peleas, y escapar como se puede para llegar a fin de mes, y este es el mejor de los casos, puesto que cuando no, solamente engrosan las estadísticas de criminalidad y delincuencia de nuestra sociedad.

Si, antes despreciaba y detestaba a dichos sujetos, con el sencillo argumento de que son ellos mismos los que han acabado así, que no han peleado lo suficiente en la vida para salir adelante y llegar a ser personas completas que contribuyan al bien común, pero ahora entiendo que son víctimas en las que en algunos casos no han tenido ni siquiera esa opción. Siento lástima por ellos, y me encantaría poder ayudarlos, a hacerles entender que la violencia, las drogas y la delincuencia no son el camino a seguir, aunque sea el más fácil en apariencia.

Prefiero seguir un camino en el que tratar de ser un pacificador, alguien que entienda y que les haga reflexionar, que formar parte del público que arenga a los que pelean en una reyerta, aquellos que simplemente lo ignoran, o los que directamente participan. Ojalá pudiera hacerle entender que siempre hay otra opción, y mientras siga en pie, no desistiré en hacer lo que pueda para ayudar a los que me rodean.

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