jueves, 29 de noviembre de 2012

Las apariencias, y dónde se esconde la verdad.

Muchas veces nos dejamos guiar por las primeras impresiones a la hora de juzgar o dictaminar si una persona es adecuada o no para nosotros, y es que en un mundo donde la imagen prima sobre el resto de las demás cualidades del ser humano, es casi inevitable caer en este tipo de prejuicios.

¿Cuántas veces ha pasado que valoramos a un desconocido por la imagen que transmite y luego resulta que no era tan malo como parecía? Claro está, que se puede aplicar a la inversa. Solemos esperar mucho con la primera imagen de una persona, para luego caer en la más profunda decepción.

No voy a ser deshonesto: soy el primero que ha caído en esta trampa de las apariencias, como cualquier hijo de vecino. ¿Quién no ha encontrado chicas que a priori parecen maravillosas, y que una vez indagando en el transfondo, no es oro todo lo que reluce? En ese sentido, para mi tristeza, muchas muescas hay ya en esta pared, haciendo referencias al mismo asunto.

Así suecede exactamente con las amistades. Ni oro, ni plata, ni bronce, solamente barro se esconde en aquellos que se autoproclaman mejores amigos, cuya intenciones desbordan deseos insanos de materialismo y envidia. Lo veo todos los días. Personas de buen corazón, atacadas por "falsos amigos", y hasta por "falsas parejas". Sé que el segundo término a muchos les hará gracia, pero tristemente, es la verdad. Me explico.

Estar por estar, sosteniendo una historia sin ningún sentido con una persona que te cohibe y te impide avanzar, por el miedo a estar sólos o por el que dirán. Sería entrar en otro tema diferente, pero ya que sale a colación, había que mencionarlo también. La experiencia me ha dicho por activa y por pasiva, que es nocivo, supone un desgaste brutal, y es un trance por el que es mejor no pasar, salvo a los amantes del sufrimiento gratuito y sin sentido (que los hay, vaya que si los hay) por "amor". Hasta lo que yo sé, el amor, no supone sufrir constantemente por alguien, y como si no hubiera mañana en caso de que se acabe. Lo realmente insuperable, es la muerte, lo demás, se acaba superando, tarde o temprano. El sol siempre vuelve a salir en el horizonte, salvo el día en que cerramos los ojos definitivamente.

Algunos dirían que es desconfianza en exceso, y nada más lejos de la realidad: se trata de prudencia, simple y llanamente. He sido y soy víctima de las apariencias engañosas, así como de los prejuicios externos sin conocimiento de causa. No me importan, pues nada puedo hacer contra ellos. Mi reflexión iba encaminada a deciros que antes de "juzgar" o valorar a una persona, a la que sea, hay que conocer ciertos hechos, que no se pueden dilucidar a través de una simple imagen exterior.

Se requiere más. Un conocimiento más profundo de la verdad que esconde cada uno. Y esa respuesta, solamente te la da el tiempo.

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