martes, 4 de diciembre de 2012

Valora cada minuto.

En las últimas semanas, me he percatado más que nunca de lo fácil y sencillo que es perder la vida.

Cuando menos te lo esperas, te puedes encontrar perfectamente, y empezar a sentirte mal, sin ningún motivo aparente. Igual te puede pasar cuando crees que los médicos y profesionales hacen bien su trabajo y te llevas la desagradable sorpresa de que no es así, sino que la sombra de la negligencia planea sobre tu devenir.

Este último caso, ha sido el de mi querido abuelo paterno. Me sorprendio la rapidez y el cómo un fallo puede acabar con una persona en cuestión de días o de horas. Gracias a Dios, mi abuelo, Francisco Bruñas, pese a ser una persona mayor, es una persona valiente, con una gran fortaleza, que aunque está ingresado todavía y con salud frágil, aguanta. No se rinde.

Hasta mi tía se ha visto afectada en los últimos días por la constante presión por todos los frentes como a la que tantas y tantas personas se enfrentan cada día. Si a ello, le sumamos la situación de tal gravedad como la de mi abuelo, y las contradicciones entre los propios médicos con respecto a su estado de salud, es comprensible padecer las consecuencias. Por suerte, ya se encuentra en casa arropada por el calor de la familia.

Viendo como han ido sucediendo todo, me he planteado, nuevamente por cierto, las pérdidas de tiempo en banalidades en el día a día. Nos dejamos la salud en batallas incesantes semana tras semana, para finalmente, que un día tu salud diga "hasta aquí hemos llegado" e irte con los pies por delante.

Todo esto me ha hecho entender, que no sirve de nada desperdiciar nuestras energías enfadándonos por nimiedades absurdas y desperdiciando la salud en todo, menos lo realmente importante: disfrutar de nuestra familia y amigos, de nuestras aficiones, de un paseo para desconectar, relajarse con un buen libro, y cualquier otra idea que se os ocurra.

No quería ponerme a atacar indiscriminadamente a los médicos ni mucho menos. Me indigna la negligencia que casi le cuesta la vida a mi abuelo, y cómo "esos médicos" te dicen que estás bien, y luego que estás a un paso de la muerte, con las consecuencias negativas para el estado emocional de la persona afectada y de la gente que lo rodea.

Valora cada minuto, pues no sabemos en qué momento podría ser el último.

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