jueves, 13 de diciembre de 2012

Noche de verano.

"Era como cualquier otra noche de verano. Tan apacible y perfecta como las que siempre había recordado hasta entonces, sin embargo, no es como ninguna de las anteriores.

El tacto del mar era frío, pero la compañía hacía que estuviera cálido. Sentía como se aferraba hacia el con fuerza. Ambos abrazados en medio de un pequeño lago solitario. La gente pasa a su alrededor, percatándose de la escena con cierta curiosidad mientras prosiguen caminando hacia su destino.

En ese momento, no a él no le importa ni qué hora es, ni si alguien les mira, ni lo que ocurra al día siguiente: sencíllamente es feliz, está con la mujer que quiere, no necesita nada más.

Sus besos rezuman inocencia con dulce sabor a sal. Y ante las estrellas como testigo, se hacen una nueva promesa: la de permanecer juntos, pase lo que pase.

En el fondo, hay cierta sensación de pavor. Siempre estuvo acostumbrado a que cuando todo parecía ir bien, al final se venía abajo como un castillo de naipes. ¿Sucederá lo mismo esta vez? No lo sabe. Ella tampoco.

No importa. En aquel momento, no eran necesarias más palabras, ni pararse a pensar en el mañana. Las miradas cómplices preceden un nuevo beso, un beso largo y pasional, en el que parece gestarse algo muy parecido al amor, mientras unos fuegos artificiales iluminan la noche. ¿Cosas del destino? Tal vez"

No hay comentarios: