lunes, 16 de enero de 2012

Glacialmente racional.

¿Cuántas veces nos hemos levantado con el pie izquierdo tal como dice el dicho? ¿Cuántas veces hemos desesperado por trivialidades?

Muchas, diría que demasiadas. Cada día lo veo, en la autopista, por la calle, en la televisión. Es ese estrés, ansiedad, angustia o llámase como quiera, que infecta a todo el mundo. Hasta hoy, hasta yo era víctima de esa enfermedad tan de moda en los últimos tiempos, que a muchos lleva a la tumba en forma de infartos, etc.

¿Por qué puedo decir que hasta hoy? Pues porque lo sabes en la forma de reaccionar, ante un imprevisto, una pita, un error ajeno, o uno propio. Las víctimas de tan terrible aflicción, patalean, insultan y se alteran, empleando una desmesurada energía en su enfado, que no sirve absolutamente para nada, salvo para deteriorar la salud.

Si reaccionas fríamente, con templanza, te darás cuenta de que no sirve de nada perder la calma, en ninguna situación. Perder la capacidad de estar tranquilo y de saber la forma correcta de actuar te puede llevar al desastre, en cualquier aspecto de tu vida.

Por el contrario, si eres capaz de ser frío y racional, difícilmente te verás afectado por esa terrible enfermedad que infecta los corazones de las personas, mucho más de lo que realmente pueden imaginar.

Se podría considerar hasta cierto punto una actitud frívola, propia de personas carentes de sentimientos, pero a veces más vale mostrar los sentimientos cuando realmente es necesario, pues no es necesario sacar a relucir dotes teatrales a cada momento para hablar con el corazón.

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