miércoles, 4 de enero de 2012

Año nuevo, buenas vibraciones.

Solamente han pasado cuatro días desde que comenzó el año, y en el fondo de mi ser, se que todo ha cambiado.

Atrás han quedado los días de la pereza, la parsimonía y los tiempos en los que la angustia invadía mi mente con facilidad. En estos cuatro días, he hecho más cosas de las que no hubiera hecho en semanas del año pasado.

Realmente es un momento del que sentirse orgulloso. Poco a poco, las cosas han salido bien, y esta vez, los planes no se han ido a pique como ocurrió antaño, si bien es evidente que no todas las espectativas se verán cumplidas, de momento, las cosas marchan bien.

Sin duda, pienso que todo se debe a un cambio radical de actitud frente a los acontecimientos. Me gusta reiterarlo, porque lo considero de gran importancia, a fin de cuentas, todo el poder está en nuestra mente, que a su vez se traduce en nuestra voluntad. Si contamos con la motivación necesaria, nuestra voluntad será de hierro y conseguiremos lo que nos propongamos.

Tengo muchos objetivos en la cabeza, pero que pueden resumirse bien con los dedos de una mano. Progresar como músico, hasta conseguir un nivel excepcional, completar el curso académico con éxito, lograr la plaza de trabajo a través de las oposiciones, conseguir el estado físico que siempre quise, y finalmente, encontrar por fin a esa persona con la que compartir mi vida.

Ahora mismo, todos van en marcha y a buen ritmo, más que nunca. Estoy ante un momento en el que puedo permitirme ser optimista, incluso tanto como para pensar que los conseguiré todos antes de lo que hace tiempo llegué a pensar.

No hay duda de que habrá que esforzarse, y trabajar duro, sufrir, resistir, pero al final, la voluntad se impone ante la adversidad, el bien, sobre el mal, y después de todo, puede que por fin me sienta realizado.

O por lo menos hasta que sienta la necesidad de seguir expandiéndome y conquistando nuevos retos. Aunque de momento, los que hay, si que son auténticos retos.

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