viernes, 9 de diciembre de 2011

Dos ríos diferentes.

"Cuando nos olvidamos de lo demás y aceptamos lo que somos, nuestro potencial no conoce límites. El futuro está lleno de promesas y el presente de expectativas. Es cuando denegamos nuestros instintos y lo que somos realmente que empieza la incertidumbre. ¿Dónde nos lleva esta senda? ¿Cuándo terminarán los cambios? ¿Es esta transformación un don o una maldición?. Y la pregunta más importante para todos aquellos que temen al futuro. ¿Podemos cambiar lo que somos?"

Este pequeño texto me llamo la atención esta mañana, y pese a estar basado en la ficción, no deja de ser una verdad sorprendente. A menudo pensamos, o tenemos la sensación de que las cosas no han cambiado demasiado con el paso de los años, a veces te puede invadir cierta ansiedad al ver que el tiempo pasa y los cambios no son rotundos y totales. ¿Pero realmente es cierto?

Ahora que miro hacia atrás, y hago balance de estos dos últimos años, la transformación propia y del entorno es total, los sentimientos han cambiado, las emociones, la forma de entender la vida y de relacionarse con otros. Todo ha cambiado. Vivo en el mismo sitio, hago las mismas cosas, pero soy diferente.

Todo está en constante movimiento, y nunca podremos bañarnos dos veces en el mismo, es verdad. ¿Pero realmente se puede cambiar por voluntad propia la forma de ser? ¿No está prediseñada por los genes y por el contexto? Es una gran pregunta, de difícil solución, como todas las grandes dudas.

No temo al futuro, pese a conocer con claridad que quizás en el transcurso de una semana puedes cambiar de forma brusca, cuando algo en tu interior se modifica porque es necesario que así sea. Lo único que podemos hacer es seguir progresando a través del tiempo y del espacio, a través de nuestra entorno más próximo para que cada vez que nos sumergimos de nuevo en el río de la vida, todo haya cambiado para mejor.

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