miércoles, 2 de noviembre de 2011

Valora lo que tienes.

Ayer empezó un nuevo mes, por fin, y dado que estamos en su segundo día, me gustaría escribir una entrada para empezarlo con buen pie.

La verdad que el mes pasado me dejé llevar un par de veces por un pesimismo extremo y en especial por un sentimiento de frustración, que era ficticio. Si, ficticio. ¿A qué me refiero con dicho término?

Inevitablemente me refiero a que es tu mente la que hace que creas que las cosas son terribles, o maravillosas, depende de ti mismo. Claro que hay contextos que no se pueden endulzar prácticamente nada (imaginemos el peor de los casos) pero en nuestra vida cotidiana de ciudadano de clase media (a media asta, dada la crisis) no tenemos un contexto imposible de mejorar siendo más optimistas.

A otros les va mucho peor. No es reconforta pensar en las miserias de otras personas en otras partes del mundo, pero si nos sirve para recordar que tenemos una serie de lujos que millones ni sueñan con tener.

Me he quejado amargamente del tráfico miles de veces, lo sigo haciendo, porque me frustra el hecho de su descontrol, falta de escrúpulos de los conductores, y la inutilidad de la autoridad. Pero... ¿Qué puedes hacer? ¿Para qué sirve enfadarse, frustrarte y patalear? Para nada, solamente para dañar tu salud.

Y aunque a veces sea inevitable enfadarme, trataré de recordar, que hay gente que no tiene ni medio de transporte y deben andar muchos kilómetros, o tal vez, ni siquiera un mínimo de alimentos.

Debemos valorar lo que tenemos, porque muchos se sorprenderían del desdén con el que tratamos lo que para ellos son auténticos privilegios.

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